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Ascensión a la peña de Beza por las Segadas y la cresta oriental
Espectacular itinerario que alcanza la cima de Beza abriéndose camino con relativa facilidad por parajes aparentemente intransitables.
Se trata, no obstante, de una ruta larga, dura y sin señalizar, donde apenas quedan huellas de la intensa actividad pastoril de antaño.
Vistas de la peña de Beza |
En síntesis, subiremos al Travesedo (la increíble terraza que recorre de este a oeste los paredones meridionales de Beza) por las Segadas. Al poco de iniciar el Travesedo, lo abandonaremos para ascender a la punta oriental de Beza por una asombrosa trocha. Desde aquí, una cresta de unos 700 metros, desconcertantemente fácil y placentera, nos llevará a la cumbre.
Hasta el arranque de la rampa que conduce a las Segadas y el Travesedo, el itinerario es el mismo que el descrito en la ruta La peña de Beza por el sedo la Jaya (véase también La peña de Beza y su Travesedo). Para mayor comodidad del lector, repetimos aquí su descripción.
En el entorno mágico de Beza, el sol nos invita a jugar al escondite. Cerramos los ojos, contamos hasta diez y no encontramos palabras para describir tanta emoción.
Salimos del aparcamiento de Soto de Sajambre (905 m), cruzamos el pueblo y tiramos por la senda del Arcediano hasta Valdelosciegos (1.130 m, 2 km), donde la abandonamos para seguir por el camino que sale a la derecha.
Dejamos atrás las cabañas de Llagubeño y su redil (1.240 m, 2,8 km), la desviación del camino de los Rocinos (1.340 m, 3,7 km) y una embarrada fuente (1.350 m, 4 km). Un poco más allá, se abre el puerto de Barcinera (1.340 m, 4,2 km).
Desde el puerto proseguimos durante apenas 200 metros por el camino que baja a Carombo. En cuanto el boscoso terreno que tenemos a nuestra izquierda se amansa formando una especie de hombro, giramos a esa mano y dejamos el camino (1.330 m, 4,4 km).
De momento, no hay ni rastro del sendero que nos acercará al sedo la Jaya. Debemos progresar horizontalmente por el hayedo para encontrar sus primeras trazas, que no tardan en difuminarse. Pero un suave descenso nos lleva a una zona enfangada sita al otro lado del hombro (1.300 m, 4,7 km) donde la senda reaparece.
A partir de aquí, el avance se torna tan descansado que podemos disfrutar plenamente del espléndido ambiente del bosque. En términos generales, en su horizontal discurrir, el trazado de la senda mantiene la cota 1.300 y el rumbo noroeste.
Vadeamos la riega Zamarrón (1.300 m, 5,1 km), y tras salvar una zona donde los plantones de haya han difuminado la trocha, alcanzamos los Llanos Tras la Peña (1.300 m, 5,4 km), lugar donde reposan grandes bloques calizos, que el camino, cada vez menos marcado, esquiva por la izquierda.
Vertiente oriental de Beza y el Canto Cabronero. En rojo, el itinerario desde los Llanos Tras la Peña hasta la parte alta de las Segadas, de donde arranca el Travesedo, no visible en la foto al discurrir por la cara meridional de Beza. En azul, el recorrido realizado por la cresta oriental hasta la cima.
Por encima de los Llanos, fuera ya del bosque, la senda desaparece. Ascendemos directamente hacia los escarpes por la dura y despejada panda, ocupada por un pedrero que más arriba da paso a una pendiente de hierba. Casi 1.500 metros marca el altímetro (6,1 km) cuando alcanzamos las paredes. A nuestra izquierda, tenemos la rampa que conduce al Travesedo; y, a nuestra derecha, el sedo la Jaya.
Subimos por la rampa, que conserva todavía vestigios de la antigua senda, y alcanzamos la amplia y pina pendiente herbosa de las Segadas (1.640 m, 6,5 km). La remontamos procurando no acercarnos demasiado a los cortados que caen a nuestra izquierda.
El acceso a las Segadas, fotografía tomada desde el sedo la Jaya.
De la parte más alta de las Segadas arranca el Travesedo (1.810 m, 7 km). Avanzamos unos cien metros por esta horizontal terraza, hasta alcanzar el punto donde inicia un ligero descenso (1.810 m, 7,1 km). En las paredes, delante y un poco por encima de donde nos encontramos, se divisa una oquedad. Si miramos con atención, veremos una trocha, muy difuminada, que se dirige hacia ella.
La oquedad o paré tal y como se ve desde el Travesedo.
Una vez en la oquedad (1.830 m, 7,2 km), la senda continua por la rampa que asciende a nuestra derecha. La idea es describir un giro para salvar el resalte en el que se abre la cueva.
La rampa que sale de la cueva.
Subimos por la rampa y, en cuanto el terreno lo permite, doblamos a la izquierda. Estamos ya en la vertical de la cueva.
Giro a la izquierda para colocarnos en la vertical de la cueva.
Efectuamos, ahora, una travesía pasando junto a otra oquedad más somera que la anterior.
Travesía por encima de la cueva.
Continuamos con la travesía hasta que los escarpes que se yerguen a nuestra derecha dan paso a un resayo herboso que desemboca en la cresta de Beza a poniente de la cota 1.911 (1.900 m, 7,4 km).
El Travesedo (blanco) y el sendero (rojo) que lo enlaza con la cresta de Beza.
Los itinerarios de la fotografía anterior vistos desde la cumbre de Beza.
A lo largo de todo este sorprendente recorrido, se aprecian vestigios del antiguo sendero que enlazaba el Travesedo con la cresta de Beza.
El Cornión desde la cota 1.911.
La cresta oriental de Beza.
Contrariamente a lo que pudiera parecer cuando se observa la montaña desde el sur, la cresta carece de complicaciones. En su mayor parte se recorre andando; únicamente cerca de la cumbre se torna algo más escarpada, siendo necesario entonces echar mano esporádicamente a la roca para esquivar por la vertiente norte las someras brechas que la adornan.
La cresta de Beza desde el Canto Cabronero.
La cresta de Beza vista desde las peñas de Cebolleda.
Vistas desde la cumbre |
Desde la cumbre de Beza (1.963 m, 8,1 km), se puede regresar por el mismo itinerario o, si se prefiere una ruta más rápida y fácil, por la canal de Misa.
Distancia (ida y vuelta) | 16,2 kilómetros |
Ascensión acumulada | 1.250 metros |
Distancia (ida) | 8,1 kilómetros |
Ascensión acumulada | 1.160 metros |
Mapa de la ruta | Track |
Índice de ascensiones a Beza |